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ANTI-PROYECTO

Por consultas realizadas en prebancaria me di cuenta que mi propuesta no es un “proyecto”, sino una especie de “anti-proyecto” – el prefijo “anti” tiene origen griego y significa “en el lado opuesto” siendo utilizado en portugués para expresar la idea de oposición, de molestia – ya que la base para el desarrollo de mi Trabajo de Finalización de Curso (TCC) es precisamente opuesta a lo que entendemos como las etapas y la planificación de un proyecto, especialmente dentro de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Durante todos los periodos académicos, fui dirigido a hacer y pensar, de acuerdo con la metodología del proyecto, siguiendo las reglas y horarios de cada estudio. Ahora, en la medida de lo posible, mi intención era hacer mi TCC de acuerdo a mis reglas y lo que es consistente conmigo.

Mi pensamiento no parte, ni se desarrolla, en una línea cronológica y metodológica típicamente académica en la que hay un principio, un medio y un final bien resuelto. Mi obra termina en el medio, fue y será resoluciones y disoluciones, sin la pretensión de un final absoluto. Esto también se refleja en la forma en que trato de presentar el contenido a los visitantes del sitio: de manera que puedan construir sus propias conexiones, hacer sus propias abducciones y, si se sienten cómodos, contribuir también.

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Recientemente leí parte del libro Another Science is Possible: A Manifesto for Slow Science , de la filósofa belga Isabelle Stengers, que corrobora perfectamente mi idea de lo que sería un “antiproyecto”.  Es una pretensión, en el caso de Stengers, de una “ralentización” de la ciencia, condición necesaria para pensar con abstracciones en lugar de obedecer a la ciencia “rápida” actual, que impone ciertos sistemas operativos y reprime la imaginación. Esta recuperación de la investigación científica, para ella, significa reinsertar las ciencias en un mundo confuso que escapa a categorías generales preestablecidas y en el que cada científico debe inventar sus propios medios.

Isabelle Stengers dice: “Por lo tanto, diría que si los académicos deseamos reclamar nuestras prácticas como valiosas, también debemos convertirnos en activistas reivindicativos a nuestra manera, inventando nuestras propias formas de responder a la barbarie que gana terreno cada vez que nos inclinamos. .ante la necesidad, incluida la necesidad de aceptar las reglas del juego o de ser excluido de él.”

Como no se trata de un proyecto, ni de un texto típicamente teórico y académico, quería empezar hablando de mí. Pasé unos días reflexionando sobre una pregunta que me parece una de las principales de este trabajo: ¿cómo llegué al disenso? Hoy digo que, seguro, fue por consenso. Quiero decir, el arte y el urbanismo, mis principales intereses en la universidad, durante años significaron para mí, incluso si se forjaron a partir de otra cosa, buscar el consenso. En definitiva, una idea de espacios democráticos que funcionan para apaciguar los conflictos y conducen a una idealización de la convivencia armónica entre los individuos y la ciudad. Sin embargo, en los últimos años de mi graduación, lo que más vi fue una democracia hipócrita, conflictos cada vez más flagrantes y asesinos y una situación de pandemia que llevó a muchas muertes y a reprogramar nuestras vidas, aprendiendo otras formas de trabajar, socializar y relacionarnos con los demás. mundo. Por mucho que dentro de la zona de confort que me permiten mis privilegios, lo que menos floreció en mí fue esta “armonía”, corroborando el surgimiento de este “antiproyecto”.

¿Cómo hablar de arte y urbanismo que conducen a un consenso romántico e ilusorio de la ciudad si yo, y nuestro país, estábamos (o estamos) cada vez más enojados y en ebullición? Mi familia tiende a pensar que yo soy el "rebelde" y el "disputador". Entonces, nuevamente, ¿cómo podría mi TCC llevarme a un consenso? No sé si me llevó él o lo llevé yo, pero al final, del consenso, llegamos juntos a la disidencia. Como decía mi asesor Otavio Leonidio en su texto “Recuperar la ciudad sin forma”: a la ciudad sin forma sólo se llega a través de la ciudad como forma.

Quería dejar claro que la disidencia no solo promueve la revuelta o un conflicto visto como “malo”. El disenso en el espacio público, físico o virtual, es tanto el teatro de conflictos que revela lo reprimido para sostener una falsa armonía, como el lugar de la posibilidad de solución que surge de ese develamiento. Tiene un potencial que, en mi opinión, el consenso está limitando.

Basado en este principio de disidencia, la primera intención de mi “antiproyecto” fue crear un sitio web para exponer, de manera sintética, mis ejes de investigación para ser explorados por cualquier persona interesada en los temas, de manera no conducida. Esta parte ya se podría hacer usando la plataforma Wix.

 

Mi segunda intención fue que este espacio público del sitio de alguna manera materializara mi investigación y se convirtiera en una articulación del espacio público físico, en el cual se pudieran explorar sus potencialidades. Por lo tanto, mi objetivo final en este término límite de la TCC fue desarrollar la propuesta de una práctica de reivindicación que se desarrollaría en el espacio virtual donde la ciudad, sin forma, comenzaba a aparecer y, por ende, el compartir político de lo sensible. .

Como dice Jacques Rancière en su libro “El compartir de lo sensible”:

“La política y el arte, así como el saber, construyen 'ficciones', es decir, reordenamientos materiales de signos e imágenes, de las relaciones entre lo que se ve y lo que se dice, entre lo que se hace y lo que se puede hacer. (…) Diseñan, por tanto, comunidades aleatorias que contribuyen a la formación de colectivos de enunciación que cuestionan la distribución de roles, territorios y lenguajes –en suma, de aquellos sujetos políticos que cuestionan lo ya dado compartir lo sensible".

Propongo entonces que esta práctica reivindicativa se haga a través de una contracartografía y que, partiendo de la idea rancière de compartir lo sensible, pueda dotar a los individuos de un proceso de desidentificación, en el que cada uno saldría de su lugar ya dirigido por el sistema -que nos dice hacia dónde debemos ir y cómo debemos actuar en estos espacios- para cuestionar qué tipo de relaciones se están produciendo, para quién y por qué. Proporcionar estas desidentificaciones es fundamental, porque además de manifestaciones y movilizaciones sociales –tenemos como ejemplo el documental brasileño “Espero tua (re)volta”– permite que la contracartografía se convierta en un lugar de confrontación, denuncia, reivindicación y, a partir de ensamblajes de colectivos de enunciación, de espacialización de acciones que reconfiguran el mundo y las utopías del futuro.

La práctica contracartográfica, además de ser una herramienta de reivindicación, es también un juego de poderes y decisiones políticas –como se ve en el Monopoly de Fahlström y en el mapeo QMary del Colectivo Counter-Cartographies, presentes en el eje “contracartografía”. Por tanto, además de una metáfora especulativa del mundo, la idea es que, a partir de un juego de políticas espaciales, la reivindicación de la ciudad vendría acompañada de nuevos disensos y reglas socioespaciales que efectivamente incidían en el espacio urbano.

Rosalyn Deutsche argumenta que la esfera pública sigue siendo democrática solo en la medida en que sus exclusiones naturalizadas se toman en cuenta y se abren a cuestionamientos. Una sociedad democrática es aquella en la que las relaciones conflictivas se mantienen, no se borran: es este espacio público virtual el que quiero proporcionar.

Pero entonces, ¿qué tipo de ensamblajes espaciales virtualizaría esta contracartografía? O más bien, ¿cómo puede el mapa gestionar relaciones y proposiciones experimentales sobre la ciudad física? ¿Qué otra ciudad rediseña? ¿Qué otros caminos, posiciones y diálogos exponen las tensiones existentes? ¿Cómo hacer que este espacio virtual sirva de apoyo al conflicto, que saca a la luz los antagonismos ocultos por el apaciguamiento de los espacios físicos urbanos?

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Trabajo de Fin de Grado

DAU PUC-Rio

2021.2

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Autora:

Gabriella Nucara Lourenço de Mello

 

Mentor:

Octavio Leonidio

Contacto:

nucara.arq@gmail.com

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