CIBERESPACIO
Desde que se empezó a hablar del ciberespacio , aún en el siglo pasado, las promesas tecnológicas para los estudiosos positivistas respecto al surgimiento de este espacio, es de una nueva era democrática en la que un espacio público global sin fronteras formaría una especie de “Ágora ateniense” y, en consecuencia, permitiría la deliberación de todos sobre los asuntos públicos. Estas nuevas articulaciones democráticas que permitiría el ciberespacio estarían ligadas a lo que el filósofo francés Pierre Lévy identifica como “ciberdemocracia”, así como al nuevo activismo político que el sociólogo español Manuel Castells denomina “ciberactivismo”.
Actualmente, ya se habla del metaverso , un nuevo avance previsto en el mundo tecnológico, en el que, además de la diversión y experimentación de lo virtual, también sería posible crear profesiones, modelos económicos y comunidades políticas completamente nuevos. Sería un espacio más capaz de generar trabajo, valor y crear sus propias monedas que el ciberespacio .
Sin embargo, del mismo modo que hay varios investigadores que han hablado y hablan de la utopía del ciberespacio y su prejuicio sociopolítico, también hay quienes hablan del metaverso . Si bien algunas cuestiones ya han sido superadas, muchos argumentos críticos al ciberespacio –como el desarrollo de nuevos factores de exclusión y nuevos modos de dominación– siguen siendo válidos para reflexionar y correspondería también a esta nueva propuesta de lo virtual que se habla tanto.
Para el artista inglés Roy Ascott, uno de los líderes de esta corriente positivista, el internauta ya no es un mero espectador pasivo. Desde la red, puede distribuirse por todas partes y, junto con otros espectadores, formar una conciencia colectiva capaz de interferir en el flujo de ideas que circulan por este nuevo espacio. A esto lo llama capacidad de hipertrofia del ciberespacio , que podría constituir una verdadera democracia, lo que cree que no sucede en el espacio físico “real”.
“Las innovaciones que trae el ciberespacio como espacio de articulación global generan posibilidades de interacción, expresión de ideas y acceso a la información que le otorgan una dimensión política fundamental: abren al ciudadano común un espacio de visibilización e intercambio de opiniones que difícilmente lograrse dentro de las grandes estructuras mediáticas y foros políticos institucionalizados”. [1]
“La posibilidad que generan las ventajas del ciberespacio, como extensión de la esfera pública habermasiana de arquitectura abierta, flexible y descentralizada, que brindaría a los ciudadanos un espacio de interacción y deliberación emancipado de los intereses corporativos conduciría en realidad al debilitamiento del debate público , ya que se basa en el acceso anónimo a contenidos inéditos y fragmentados que dificulta el acceso a información fiable y hace inviable la participación democrática ante tal dispersión de enfoques”. [dos]

Gran parte de los problemas de esta dimensión pública del ciberespacio se pueden resumir en lo que el psicoterapeuta Peter Levine planteó como cinco preguntas clave:
Además de las tendencias tecnófilas y tecnofóbicas, lo importante es politizar el debate sobre estos espacios virtuales, sobre las posibilidades de creación y libertad en una sociedad cada vez más programada y centralizada por la tecnología.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
SORJ, Bernard. Internet, espacio público y marketing político . Nuevos Estudios. CEBRAP, v. 76, pág. 123-136, 2006.
SILVA, Maria RS Ciberespacio: ¿un espacio público virtual para la democracia contemporánea? . 2010. Monografía (Licenciatura en Relaciones Internacionales) – Facultad de Relaciones Internacionales, Universidad de Belo Horizonte, Belo Horizonte, 2010.
LEVINE, Pedro. Internet y la sociedad civil , en: GEHRING, Verna V., Internet en la vida pública. Lanham: Rowman & Littlefield, 79-98, 2004.